Llega genuflexa mi Oda Lírica
a la Provincia de Chimborazo. Patriatierra en connubio de idilio fausto y ultra-sueño;
pueblo en magnitud de espíritu esbelto
y carne venturada por exultantes virtudes; predestino de una raza
en permanente gesto de portento; sustentada en yacijo de majestuosas gemas, donde el sol desata su flama apasionadamente vertical,
para depredar la sombra estigia
en el abismo sideral,
obrar luz nutricia y retozante
en los regazos de las praderías, munificar la conducta del tiempo desde el eurítmico florerío del azul.
Mi autognosis en tu historia abre orgullosa el pasado
y obsedida testimonia el presente, porque eres
principio y cauce, espacio y eternidad del dinamismo plus sagrado
en aras de la Patria grande.
He contado los siglos de tu pueblo, apoyando mis sienes en Tumempalla, Punín, Tuncahuán, Elen Pata, Huavalac, Tiocajas… Fatigué mi calcio en los caminos rectos donde es costumbre inexhausta su lucha
por la sabiduría, libertad y nobleza.
Crepitaron mis manos
con el fuego de su pasión por las alturas
y los signos nuncios de la Primera Constituyente, mi sangre con el sonido de los fastos cívicos
y el triunfo de la vida.
Creció mi cerebro
con el archivo castellano de Nebrija y Cervantes. fortaleciéronse mis brazos
con la apostura aventurera de la espada.
Mi espíritu
transfiguróse en elación de eternidades
con la indeleble luminiscencia de la Cruz.
Estuve absorto, con ilusiones párvulas, cabe la Ciudad de las Delicias, agolpándome reminiscencias
de Condorazo, Hualcopo, Cacha, Epiclaclima… Entré reverente
en la salutífera frescura de Liribamba, fosforesciéndome en las sienes
la fecha epónima del Catorce de Agosto
y la fundación primicial de Santiago de Quito, entre relampagueos de yelmos y espadas,
el piafar de ágiles corceles,
los augurios zureando secretos en Colta Cocha, la iracundia erizada en el Lirio y el Shamanga.
Obsedida de bienaventuranzas
la Historia proclamó: Fíat Riobamba,
y fue la ciudad, consuno de lis y obsidiana, fue la piedra mimada por el barroco, magnificando el poderío de los templos;
las gentes adoraban a Jesús del Buen Suceso; la Virgen Cabildanta olía a incienso y milagros;
la nobleza clarinó la exhuberancia cultural, extraída de altísimas querencias ideales.
La Historia del Reino de Quito,
del inmortal Ocioso de Faenza, Padre Velasco, afinó el orgullo cívico,
semilló la gallardía intelectual, verticalizó los albores nacionales
hasta los majestuosos podios de la eternidad.
La sabiduría en completa excelencia
y oblación soberana a la Patria naciente
se rezumó en Maldonado:
genio toral entre sublimes
científicos de América y Europa;
palpó con hartura de fervor
los umbrales, abismos, cumbres nivosas, dispendiosas de fuentes, climas y torrentes,
y consciente de su destino inmortal
los registró con amor en el Mapa del Reino de Quito. Isabel de Godín: seda de espíritu y de sangre, ejemplificó con sacrificio epopéyico
y hazañoso ejercicio de amor,
más allá de los fabuleríos y el asombro.
El angélico Padre Pedro Bedón, febricitado de ascetismo mariano,
ungido de belleza, creó la Escuela Quiteña,
y buscó los primeros puestos
en la justa rebeldía del pueblo.
Me asaltaron los seísmos, que enloquecieron al Cullca, pusieron de rodillas los escudos heráldicos y gemas de la ciudad tutelar de las primicias.
Lágrimas de coraje ablucionaron el estoicismo, el dolor evadido en grito rebelde devino resurrección en Tapi y Aguicsate.
De súbito los riobambeños fueron
un solo corazón y un solo puño, condensados en el traslado y el reasentamiento; la esperanza convocada por la palabra tónica, reinventada con vigorosa donosura
por Lizarzaburu, León, Falconí…
Y, otra vez Riobamba
firme en el pacto con la gloria,
para siempre.
Loados sean entre padrenuestros, hosannas
y universal festejo, los forjadores de la libertad
en los tiempos vortiginosos y cruentos
del Once de Noviembre y el Veintiuno de Abril: Sucre, Lavalle, Ibarra, Febres Cordero…,
León y Cevallos, Guzmán, Pontón, Velasco y Unda… Loados los Labios Sonámbulos:
corola bellísima de Miguel Ángel león, extraída de las substancias de las cosas y los seres, y su Elegía, por el “dolor de la raza vencida”. Loados: “El Diálogo de los Seres Profundos”,
“El Mensaje”, “La Biografía Inconclusa”: crujidos de altamares y montañas filosóficas
de Miguel Ángel Zambrano.
Loado el “Cofre Romántico”,
que acuna un derroche de estrellas sensitivas
y pétalos dulzurados,
recogidos por el alma auroral y tersa
de Luz Elisa Borja.
Loada “La Gesta Amazónica”, de Cristóbal Cevallos, bogante letra a letra por el Coca y el Amazonas, con Orellana y el derecho quiteño en la proa. Loado el Capitán Edmundo Chiriboga: hontanar de sangre vaharante ante el sol,
cuyo valor de varonía insombre
imanta los designios de la juventud
al cobijo del emblema y a luceríos del honor.
¡Provincia de Chimborazo! Te escudan diez cantones: policromía social a tono con portentos del paisaje
y las parábolas del arco iris, congregados cerca de los astros
en palingenesia y némesis ancestral.
Entro maravillado en el tráfago
de tus dirigentes, intelectuales y obreros, me inmerso en tus alegrías y silencios; haciendo ruido de fe
aleo entre follajes del Rojo y el Azul,
me imantan las huellas de Bolívar y Humboldt, asciendo al “Cimborio de platino”
y prejuiciado de dicha, ante el universo, proclamo mi amor a Riobamba
y a ti ¡Provincia de Chimborazo!